02 enero 2009

discuto con C sobre el lugar que ocupa hoy la poesía en Francia y ella lo resume así: "personne n'en parle, personne ne s'y interesse". y es extraño porque incluso ella misma que ha escrito los pocos poemas que han logrado interesarme en años, parece no darles ninguna importancia, como si éstos pertenecieran a un género menor de la literatura, o fueran un juego íntimo del escritor destinado a satisfacer el deseo de dar por concluido uno de sus textos -aunque sea sólo por un brevísimo tiempo-, cuando su actividad principal es el novelar. yo respondo a C que el ciclo vegetativo en el que vive este país, donde nada parece cambiar, con el consiguiente desazón para aquellos que lo habitamos, si no estaría en parte ligado justamente a la institucionalización del discurso poético. José Ángel Valente en su ensayo, Ideología y lenguaje escribe: "Por eso todo orden institucionalizado lleva siempre consigo una institucionalización del lenguaje, pues éste ha de eludir las formas más pugnaces de una realidad que, por su propia naturaleza, tiende a irrumpir del subsuelo histórico. El lenguaje se hace así incapaz de alojar contenidos nuevos y queda sujeto al mismo proceso de inmovilización e invalidez que caracteriza a la autoconservación represiva del orden de la ciudad o, lo que es lo mismo, a toda forma de cristalización ideológica. Horro de significaciones, de dictum, ese lenguaje reducido a una especie de dicens sonámbulo se convierte en un inamovible bien comunitario o patrimonio público, que es necesario preservar de toda grieta, de toda fisura, de todo cambio. El signo lingüístico deja de ser portador del mundo de las relaciones interpersonales y todo el lenguaje queda impositivamente convertido en lenguaje público. El lado público -no necesareamente social- del lenguaje devora todo el sistema semiológico y lo falsifica".

Una sociedad que ha perdido sus poetas y que niega el uso metafórico de las palabras, está condenada a caer en la trampa del pensamiento puro, y por lo tanto en una esclerosis generalizada, que en tiempos de aprieto como los actuales, hunde a la ciudadanía en el desánimo y la angustia porque le ha sido arrebatada toda resistencia. Cuando Nietzsche escribe: "Antes de que se piense ya tiene que haberse poetizado", en el contexto del tema que nos ocupa, esta afirmación me sugiere, que una sociedad que autoriza el lenguaje poético, legitimiza "el crear en libertad" para sus pobladores. O como nos dice Valente un poco más adelante de su ensayo: "La corrupción del lenguaje público, del discurso institucional, falsifica todo el lenguaje. Sólo la palabra poética, que por el hecho de ser creadora lleva en su raíz la denuncia, restituye al lenguaje su verdad. He ahí uno de los ejes centrales de la función social (tan debatida y tan poco entendida entre nosotros) del arte: la restauración de un lenguaje comunitario deteriorado o corrupto, es decir, la posibilidad histórica de dar un sentido más puro a las palabras de la tribu".