25 agosto 2013


Elegí vivir, y para ello debí apartarme antes de aquellos que nos limitaban. Después deshacerme de la culpabilidad de no dar a una tarea cualquiera la importancia de una existencia...  Escribir, bailar, fotografiar, trabajar... Estos verbos debían ser solo experimentos con la sola utilidad de permitir una reconstruccion, de posibilitar la realización de lo improbable. Podría haber sido sin duda un digno escritor o fotógrafo, o vendedor o sindicalista.... Pero decidí serlo solo por un tiempo, decentemente, esperando que algunas de estas cosas que nos definen no tomaran la parte por el todo. Renunciando a devenir nada en su totalidad, porque nada podía ser si no era de este modo.
Pronto asumí esta forma de desperdicio como el gesto más insurrecto de mi existencia. Éste era sincero y profundo. Renunciando a devenir nada, para engendrar los espacios necesarios para poder hacerlo todo. Sufriendo e incluso a veces disfrutando de lo común. Devenir nada en su totalidad, así es, como le gustaba  repetir a Yourcenar: "salvando solo el fuego de mi casa ardiendo". Como a un funanbulista que no hubiera acción que le interesase, si su realización sobre el alambre no fuera parte de un legado existencial.